martes, 9 de noviembre de 2004

La Muerte

La Muerte nos iguala a todos, nadie puede ganarle, todos pasaremos por ella tarde o temprano.
Siempre llega, esta constantemente presente durante todas nuestras vidas. Esta pendiente de lo que hacemos y dejamos de hacer, lista para tender sus garras. Aprovecha cualquier oportunidad para hacerse recordar y hacernos recordar que se aproxima, que esta cerca y que, aunque luchemos, no podremos vencerle.
No podemos escapar de ella, siempre nos acecha, en todo momento. Cualquier circunstancia, por más tonta e ilógica q sea, es oportuna para que nos toque. Cuando viene todo lo demás parece no importar, si nos toca de cerca, el mundo se detiene para uno mismo, pero a su vez sigue andando y hay que darse cuenta que lo mejor es seguir adelante ya que la muerte no es otra cosa que una nueva vida en un nuevo mundo.
El que muere desaparece físicamente pero deja recuerdos, momentos vividos y muchas enseñanzas. No hay mejor manera de honrar a un muerto que recordándolo por sus actos y sus palabras. Cuando alguien muere, siempre nos deja una parte de sí, algo que valoramos mucho y apreciamos con el corazón.
La muerte es transitoria, todos pasamos por ella. No es una muerte eterna, es solo un momento, un paso, en el cual nuestro cuerpo deja de ser cuerpo y nuestro espíritu se convierte en lo más importante, eso que construimos durante la primer vida.
Cada momento vivido, cada segundo que pasa es una muerte. Agonizamos lentamente, es una muerte prolongada. Desde que nacemos hasta que somos ancianos estamos muriendo, que sería la vida si no estuviera la muerte. No hubiera sentido ya que uno trata de hacer todo lo posible para aprovechar la vida al máximo antes de que le toque partir al más allá.
La muerte no es algo trágico, sino natural. No debe ser rara sino conocida. Todos morimos en todo momento, algunos más rápido, otros más lento.
No imagino una vida sin muerte, sería aburrida, monótona. Que mejor pensar que si no aprovechas el tiempo, después te vas a arrepentir. La muerte tendría que obligarnos a vivir cada momento al máximo como si este fuera el último, porque al fin y al cabo, uno de esos momentos lo será.

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