miércoles, 22 de junio de 2005

¡Baastaaa!

Como le grita siempre un compañero al de Marketing desde los últimos 20 minutos de la clase en adelante. Así no se puede más, estoy harto, la situación es insostenible... Uh, se me cayó (?). La cuestión es simple: yo respeto mucho los gustos musicales y todo (salvo la cumbia), pero por favor BASTA de Miranda. La voz de pito precoz que pone el muchacho que canta me exaspera, además de poner una cara de bala que parece que se la come toda con guarnición, postre y para tomar agua porque el gas lo hincha. Prendo la radio, está Miranda; pongo la tele, está Miranda; ejecuto un pedín y en vez de "pddd" me sale "es un soloo...". A mis amigos lo único que les interesa es que de una vez por todas deje de cagarme en el aula, y para eso aplican las más alocadas (?) estrategias:

PATO A LA LAGUNA: de forma repentina la gente alrededor mío empieza a abrirse, formándose un círculo que deja en clara evidencia al mentor de semejante arma biológica. Frente a esto lo único que se puede hacer es poner cara de desentendido y ante la primera mirada furtiva del profesor de turno quitarse toda culpa: "es un complot". Ahora sí, se llega a acercar a oler y prepárense porque la materia no la aprueban... ni en pedo [joooo qué locuaz (?)].

DE LA LÍNEA PARA ALLÁ: esta me la hicieron una vez en 3er año en hora de inglés, que el curso se parte a la mitad cual mago a su secretaria (?). Tábamos ubicados en una mitad del aula, cuando ocurrió la catástrofe. Se pararon todos y en un pedo [cuanta sagacidad Dios mío (?)] estaban en la otra punta pidiendo aire, desodorante de ambiente y las pruebas. Siempre es buen momento para pedir las pruebas, más aún en primavera (?). Y yo, solo, ante la desesperación del momento lo único que supe hacer fue sonreir como cuando la madre le pregunta al nene "¿qué hiciste?" y le responde "jijijiiii". Lo peor de todo es que cuando la flaca preguntó que pasaba me puse todo serio y le dije "Profesora, su marido ha muerto, lo lamento mucho" (?), "no jodas que soy soltera pendejo", "Entonces... LE JURO QUE NO SÉ DE QUÉ HABLAN, YO ACÁ NO HUELO NADA!! SON TODOS UNOS FABULADORES!!". Rompí en llanto. Se quiso acercar para consolarme, pero un baho pestilente la alcanzó no bien se puso de pie, así que se sentó de nuevo, estiró el bracito y dando palmaditas al aire me consoló: "Bueno, ya, ya... Pero la puta, quioló" y se fue a buscar aire fresco a la ventana con mis amigos.

EL SKETCH: poniéndose el cuello del buzo sobre la nariz, las manos adelante, agitando arriba y abajo con cara de asco, empiezan: "Diuhhh qué olor", "Cheee se cagaron loco!", "Eh, Las pruebas!" (?). Esta presentación no solo es graciosa, sino que generalmente el profesor mismo suele acompañarla con pochoclos y en cuanto termina pide "OTRA, OTRA!" aplaudiendo como foquita retardada.

Pero la peor de todas fue una que se me suscitó una cálida y descompuesta mañana de octubre de 2001. Transitaba yo aquel ya lejano y olvidado primer año de mi secundaria. Mis hormonas se mantenían en constante pogo y prendían bengalas, lo que generabame (?) un fuerte malestar estomacal, el cual yo, ni lento ni perezoso (?), expulsaba como al gil de Beckham en el mundial 98' (qué grande el Cholo). Hora de lengua, una amiga, harta de sentirse adentro de un camión de Ecohábitat, amenazó con denunciarme ante la Corte Suprema de Justicia y la mismísima profesora si yo osaba liberar algún otro prisionero de mierda. Yo juré que si lo hacía iba a apelar. "¿A apelar?". "Sí, a pelar la cotorra y re cagarte a picotazos, concha de tu madre". Se hizo silencio. A los pocos minutos, Jack el apestoso (amigo de la familia) golpeó a mi puerta. Fue imposible contenerme, aunque lo intenté con todas mis fuerzas. Bah, no, con todas no, si no ahí se metían Jack el apestoso, la cena del día anterior y Jorgito, el alfajor del primer recreo (el del CSU sigue en Indonesia dale que te dale polvear, cuando vuelva ya contaré como le fue con Miami). La cosa es que cual Gustavo Bermúdez revoleado por los delfines en Nano, Jacky, como solía llamarlo el colon (?), se precipitó a la atmósfera. Esta "querida" amiga se puso de pie, se acercó a la profesora y le dijo "Laura, ¿me puedo ir a sentar allá al fondo?, porque Fernando está descompuesto y hay mucho olor". La parte más vergonzosa la omito, pero simplemente voy a resumir en un: me sacaron afuera como al mejor.

Hoy día la anécdota es recordada con risas, jolgorio y con un anotadorcito donde llevo mis apuntes (?). En fin, había arrancado con Miranda y terminamos en pedos. Por algo será...