viernes, 28 de octubre de 2005

Welcome to the jungle

Cada vez que me nombran la palabra Luján, tres cosas se me vienen a la cabeza. Las primeras dos, efectivamente, guardan una estrecha relación: ciudad de la provincia de Buenos Aires y peregrinación anual recontra larga. En cambio, la tercera no tiene nada que ver, pero zarpa mal: un amigo tiene una vecina que el viejo la llama gritándole "Vení Lujaaaaan, mierda!". Este señor sufre de una especial particularidad: una enfermedad que, no me pregunten cómo ni porqué, inflama su aparato reproductor. ¿Qué trae esto como consecuencia? Se ha agarrado repetidas veces los huevos con la puerta del ascensor. Ídolo total.

Pasado el análisis de respuesta a la palabra Luján, es momento de practicar lectura en voz alta:

Hhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh. Hhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh, hhhhh, hhhhhhhhhhhhhhhh; hhhhhhhhhhhh.

Tengo problemas con la pausa entre comas (?).

Bien. Ya unos 10 días antes, los organizadores por parte del colegio se habían acercado a las aulas de 3ro, 4to y 5to año a proponer la caminata, que es como una fumata pero caminando. Rememorando imágenes del año pasado, lo primero que pensé fue: ni en pedo. Los primeros 3/4 los hacés como querés, haciendo la vertical, en una pata para acordarte de Mar del Plata o en auto para no ser tan pelotudo, y sería cuando te clavan la jeringa. Esos últimos 18 kilómetros desde Gral. Rodríguez hasta la ciudad del amor son todo el liquidito bacterioso ingresando intravenosamente en nuestro cuerpo y proveyéndonos de protección a largo plazo contra enfermedades. Como la Virgen, que nos da amor y nos protege con su aureola de púas para que no se metan negritos de Melilla. Y sin intereses, como comprar a 3 cuotas en Frávega o similar. Guarda que no te toque el similar.

Pero a medida que la semana transcurría, fui dejando de lado esa visión física del evento. Qué tanto quejarse, somos jóvenes, nos recuperamos rápido. Y me acordé de las charlas en la calle, del carrito de la ¿alegría?, de las tardes de verano juntos. Pero como verano no era, tonce tenía que ser primavera sí o sí (?). Y la primavera re da. O sea no, pero sí. Es la estación del amor, de las flores, de la peregrinación y de la inscripción a la UBA. Por suerte garchar es todo el año. Imaginate si alguien dijese "sexo, nada más en invierno". En otoño, llega a caer una hoja sobre una poronga y se prende fuego. Otra que incendio forestal. Uno llama a los bomberos y les advierte "hola, qué tal, se me está quemando essssta y en la mano ya me salieron callos arriba de otros callos".

Bueno, para que eso no ocurra nunca, decidí peregrinar por 2da vez consecutiva hasta la isla del Sol. Armé una mochila, y como las costuras quedaron para el ojete fui y me compré otra. La cargué con elementos indispensables y me arrimé en colectivo hasta el colegio. Allí, la gente del micro de apoyo estaba en pleno proceso con una indefensa viejita que oponía resistencia de la siguente manera:

- Nene, ni se te ocurra sacar eso de ahí.

Sorprendidos por el comentario, los muchachos decidieron socavar más profundo:

- ¿Qué es lo que le pasa, señora?
- Pasa que con el viejo es como ir a comprar un celular a Movistar: nunca hay stock.

Tomáronse todos de las manos, y respirando hondo rezaron diez Ave Marías, tres Glorias Estéfanes y un Padrenuestro. Desde el suelo, un linyera con su tetra en la mano decidió brindar por ello y se clavó un dofón blanco. Porque ponerse en pedo en nombre de Dios es más que válido. Mirá San Patricio si no (?).

A eso de las 12:30 arribamos en Liniers. Dp abajamos un cacho para estar al nivel de todos, ni da resaltar el día de la Virgen. Apenas había desayunado un vaso de chocolatada y el hambre comenzaba a atacar. Pero oh, qué dilema: no solo el calor iba en aumento, sino que la idea de andar ocho kilómetros a pata retorciéndose del dolor de panza y trabando el culo porque un sorete está en etapa de preparto no parecía muy alentadora. Para peor, había una pizzería enfrente y un McDonald's a 50 metros. Pero resistí.

Y comenzó la caminata. Más de un millón y medio de argentinos compartiendo los mismos deseos, las mismas esperanzas, año a año: que venga la Virgen y les arregle todo. Qué masa la religión. Igualmente algo de grosso tiene. Porque a mi lado podía estar el más mágico de todos, Pelón (y preparensé porque tras el capítulo II de nuestro amigo el que se baña con la fría se viene La noche del 14 y no digo más nada, es sorpresa), pero a mi alrededor podían verse seres humanos [bah, cosos con mucho ADN en común, lo de seres humanos queda a criterio de cada uno (?)] de diferentes etnias, tribus, ideologías, religiones (?). Y durante ese día eran todos amigos. Como en el día del amigo, pero más cansador.

No obstante, la calidad y variedad de especímenes que uno se cruza durante el recorrido realmente merece el calificativo de sorprendente. Pasemos a enumerar:

Los 'loop de programación': agrupaciones que no han entendido la consigna de la experiencia y en vez de vivirla con alegría hacen a los que tienen cerca meditar profundamente sobre la idea del suicidio en masa. ¿Qué hacen? Rezan el rosario una, otra y otra vez, en tono de velorio. Parece que les cabe, por lo que concluyo que deben pertenecer a una secta masoquista. Como si Dios fuese a tener tiempo para escuchar a un grupo de boludos repetir de memoria frases estereotipadas. Miran todo el tiempo hacia adelante. Quizá sea porque hayan desarrollado en la secta una vista que les permita ver la basílica a 35 km de distancia. Lo más probable igualmente es que se hayan quedado duros.

El rolinga: cómo podía faltar. El rolinga está en todas. ¿Hay marcha? Vamo' loco copamo' en todos lado'. ¿Hay festival? Vamo' loco y pogueamo' un rato. ¿Toca el Chaqueño Palavecino? Se va la segunda, viejah. El rolinga en Luján es muy fácilmente reconocible. Dejando de lado el tema del flequillo, indefectiblemente estará con alguna de esas remeras gastadas que dirán PR, LJP, DGI o CNRT. Las últimas dos son bandas que se están haciendo de abajo, por eso no las junan (?). Irracional e inconsciente, como siempre (¿Alguien dijo bengalas en lugar cerrado? Uh, bardeé un poco), llevará en sus pies el par de Topper más gastado que encuentre al pie de su cama, catre, colchón o colgado de un cable de luz y después refunfuñará (?) "uhhh man que ampolla me salió, todo mal".

El Kavessa: probablemente ya tenga un par de hijos. No tiene pensado peregrinar a Luján sino simular una caminata en la luna, ya que viste unas Nike boing con 324 resortes, dirección hidráulica, ABS y faros anti-niebla que le costaron 3 meses de sueldo o su equivalente en cana. ¿Qué lleva puesto? Nada, va en cuero porque es guacho y se la re banca. Enseña con orgullo su tatuaje en el omóplato derecho, que va desde el escudito de Ríver o Boca hasta la mismísima imagen de su vieja. La que laburó como negra para que el nene dejara la secundaria a los 14 y no justamente por adelantar años. Algunos, los más osados, transportan un grabadorcito que vibra al ritmo de Los Pibes Chorros, La Base y Supermerka-2. ¿Y por qué camina en zig-zag? Porque tiene un pedo para los 12 apóstoles en la última cena, boludo. Cada diez minutos le pregunta al de al lado si no sabe si la novia se mudó o qué y en plena ruta 5 se cuestiona si en la anterior no tenía que doblar a la derecha. "Qué pelotudo, tendría que haber traído la guia T".





Che, me trabé. No, no me hice travesti (?), ni idea como seguir. Es que no hay palabras para Luján. O sea, sí, está Luján, pero necesito más. Algo que sirva para describir como es el proceso desde el principio hasta que te encontrás a los curas saludando como Perón sobre una tarima en la puerta de la basílica. Podría ser algo así: imaginate que estás haciendo la digestión y tipo, todo bien (?), el intestino delgado (seh, el chelito) la viene llevando bárbaro, y cuando llega al colon, pumba, cáncer de próstata y te measte encima. Ah no... bueh, fue.

Llegado cierto punto, caminar ya es algo generado por inercia. Los pies van solos, cual marioneta, pero sin hilitos ni la cara de boludo. Tu cuerpo pide el stop, Gerardo también, pero es bien conocido que parar a descansar "dos minutitos" te liquida. En realidad, eso ocurre pasado General Rodríguez, donde pueden apreciarse las personas al costado de la ruta, entregadas a su destino de giles, esperando que pase el buen samaritano, los recoja y les de cuidado. Lo que no saben, lamentablemente, es que esa persona murió. No quisiera estar en los zapatos del que les de la noticia.

Sinceramente, comentar la caminata sería un embole. No solo porque comentar que la gente camina, camina, camina y camina es aburrido y totalmente inanecdotable, sino que ni las charlas que se arman valen la pena. Pero me llevo algo. Por la zona de La Reja, hay casas cuasi-mansiones de gente de un nivel adquisitivo bastante alto. Fija que deben jugar al polo. Yo también juego cada tanto. Me pongo una campera bien abrigada y tiemblo como si hiciese mucho frío. Qué capo.

Quisiera citar la conversación que tuve con Pelón a 1 cuadra de la basílica:


"Boludo, acabamos de hacer más de 70 kilómetros caminando."
"Sí, ya sé, no me lo digas..."

Y al unísono concluímos en que éramos dos pelotudos. Él entró creo que a tomar agua bendita, andaba con sed, pero yo seguí derecho hasta la plaza y me tiré a dormir. Desperté con frío, desayuné, y lo que sigue es nebuloso o muy aburrido, no me acuerdo.

Finalmente dormí todo el domingo, alegría alegría, viva la vida y la Iglesia Universal. Y yo que pensaba que Luján daba mucho para hablar... minga que da para hablar, quedé más en bolas que cuando nací. Y como en ese otro casamiento que tenía 2 años y se me cantó ponerme en bolas y salir a dar vueltas por el salón. Qué capo. Ya parezco Josi autoproclamándome.

En fin. Stay tuned porque chapter II a full. Abracín.